jueves, 16 de junio de 2011

ELEGÍA DE JUNIO [FRAGMENTO]-CRISTÓBAL HUMBERTO IBARRA


Cristóbal Humberto Ibarra, El Salvador





ELEGÍA DE JUNIO [FRAGMENTO]






ALTA NOCHE





Junio es para mí, el mes de los muertos.
Tan lleno de recuerdos, pleno de cosas tristes…
Llueve. Llueve.
¿Por qué será que junio, tiene los ojos grises?
Golpea el agua y mi vitral contesta.
La sombra del asfalto tiene el color de junio
y en él las sombras pasan y entre las sombras mueren.
Llueve. Sigue lloviendo y me pregunto:
¿Qué harán los muertos?
Desvelado, un claxon, me responde: Nada.
¡Pero yo sé que sufren!
¿Por qué será que junio, tiene los labios fríos?
Habla mi corazón, habla mi carne
y mis venas, mis nervios, y hasta mis huesos hablan…
Sólo el alma que quiere morir se calla en junio.
Llueve. Llueve.
¿Por qué será que junio, tiene las manos yertas?
Las doce campanadas
son doce horas de sueño que se han ido.
Mariposas de un verde-azul verdoso
urden ruedas de llanto sobre el pabilo.
Una quemó sus alas, otra su antena frágil,
Una su débil pata y, otra ha quedado ciega…
Mariposas al fin… ¿Y qué otra cosa?
Baja la lluvia y mi dolor se eleva.
Pienso en ellos, los tristes y mi dolor se acendra.
¿Por qué será que junio tiene los pies morados?
De andar entre los muertos, junio ya huele a muerto.
Llueve. Sigue lloviendo. Llueve.
¡Este junio!





MADRUGADA





Un tren me está llamando en la distancia.
¡Ya voy, Señora, ya voy!
¿Será el viento de junio el que así gime?
Será el lobo fatal de mi destino
el que así aulla?
No.
Es el tren que marcha al centro de la tierra…
¡Ya voy, Señora! Ya voy!
¿Llegaré tarde a la cita?


*Poema tomado de: ïndice Antológico de la Poesía Salvadoreña, de David Escobar Galindo. Primera Edición UCA/EDITORES, San Salvador, El Salvador, 1982. Colección Gavidia, Serie Mayor, dirigida por ïtalo López Vallecillos, Volumen 2.

miércoles, 15 de junio de 2011

JARDÍN-RICARDO TRIGUEROS DE LEÓN


RICARDO TRIGUEROS DE LEÓN, EL SALVADOR




JARDÍN




Anoche llovió y han brotado los jacintos. Al sol dorado de la mañana abren sus manos rosadas.
La tierra negra se esponja bajo las plantitas. En las hojas resbalan las gotas que ha olvidado la noche.
Mayo ha venido vestido de verde desde la campiña. Hay un profundo olor a gleba mojada y, en las ramas de los árboles, asoman brotones.
Tierno delirio de yemas en los rosales de copos blancos. Desbordados bejucos cubren los arriates y las violetas, siempre tímidas, esconden su terciopelo entre las hojas.
Anoche llovió y ha amanecido el jardín lleno de jacintos rosados.


Tomado de TRIGUEROS DE LEÓN, ANTOLOGÍA, 1a. Edición, Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación, San Salvador, 1978.